HISTORIA DOCUMENTADA DE UN SIGLO DE HISTORIA
I PRESENTACIÓN: EL ROMANCERO Y EL ARCHIVO MENÉNDEZ PIDAL
1. El romancero, obra colectiva pan-hispánica.
El Romancero, una «Iliada sin Homero» (según comparación muy repetida en los comienzos del Romanticismo europeo) ha compartido con el Quijote y la Celestina el privilegio de ser considerado como una de las creaciones más características, a la vez que de un mayor valor estético universal, del «genio» español.
El «Romancero» a que esa comparación hace referencia es el conjunto de romances que, desde tiempos tardo-medievales hasta el presente, han venido cantando o recitando los más diversos pueblos de habla española (o castellana), portuguesa, catalana y judeo-española (o sefardí) en la actualidad dispersos por los cinco continentes habitados. Es el llamado «Romancero tradicional», o corpus de la poesía baladística de los pueblos lingüísticamente hispánicos, transmitido de memoria en memoria de una generación a otra y abierto siempre a continua renovación. Aunque esta poesía narrativa tradicional sea, por naturaleza, oral y, por lo tanto, efímera en cada una de sus manifestaciones, se nos documenta gracias a que, ocasionalmente, alguna de sus versiones cantadas o salmodiadas fueron manuscritas, impresas o grabadas en muy diversos tiempos, por haber despertado el interés de poetas, músicos, libreros, etnógrafos o filólogos.
Pero, ya desde el s. XV, el «Romancero tradicional» de transmisión oral, vino a suscitar el interés y la admiración de los cultivadores y consumidores letrados de poesía cantada y a ser imitado por ellos; de resultas quedó integrado como «género» poético-musical, en la literatura que componían los escritores y músicos del día. Surgieron así, sucesivamente, a imitación de los «Romances viejos», los «Romances trovadorescos», los «Romances eruditos o cronísticos» y el «Romancero nuevo», representativos, cada uno de ellos, de los gustos de los autores literarios de fines del s. XV y comienzos del s. XVI, de mediados del s. XVI, y del último cuarto del s. XVI y comienzos del s. XVII. En fin, en época moderna el «género romance» renacerá, con mayor o menor éxito, en poetas como Nicolás Fernández de Moratín, el Duque de Rivas o Federico García Lorca.
Aunque bajo el término de «Romancero» anden revueltas, por lo tanto, creaciones literarias de muy variada y dispar naturaleza, que a la crítica histórica interesa distinguir, no resulta fácil, ni quizá posible, establecer fronteras nítidas entre romances de unos y otros tipos y tiempos, pues en la historia de su transmisión, sea escrita, sea oral, abundan los entrecruzamientos.
2. El archivo Menéndez Pidal del Romancero.
En otras culturas europeas los materiales folklóricos de valor nacional han sido reunidos por iniciativa del Estado, que se ha encargado de su custodia, conservación y accesibilidad. Ni en España ni en Portugal contamos con un archivo de ese carácter.
Afortunadamente, la iniciativa (privada) de una familia, ha hecho posible que, al ir a comenzar el s.XXI, no sólo España y Portugal, sino toda la comunidad internacional de hablantes de español, gallego-portugués, catalán y judeo-español esté representada en el Romancero del «Archivo Menéndez Pida!», colección documental que, sin ser un archivo de la literatura tradicional en su conjunto, es, al menos, un archivo pan-hispánico del conjunto del Romancero.
Esta colección documental tiene como núcleo básico el «Romancero tradicional». Según aclaraba su formador, Ramón Menéndez Pidal, cuando en 1953 inició la publicación de ella, «No será la forma métrica, de octosílabos asonantados, la que limite nuestro campo; lo limitará el carácter poético de la composición (…). Trataremos, pues, del romance en cuanto breve poema épico-lírico destinado al canto, elaborado popular o tradicionalmente».
No obstante, en torno a ese núcleo se hallan además coleccionados en el «Archivo Menéndez Pidal / Goyri» muchos textos, pertenecientes al «género Romancero», que no tienen su origen en la tradición oral, sino que son obra de autores que escribieron romances ajustados a la poética de unos determinados tiempos, de una determinada escuela literaria «culta». Si bien en el «Archivo» no se reunió toda composición escrita en metro de romance, sí lo fueron todos aquellos romances que, por su temática o su difusión, tienen alguna relación con los pertenecientes al núcleo constituido por el «Romancero tradicional».
Por otra parte, interesa subrayar que fue principio esencial en la compilación de los fondos del «Archivo Menéndez Pidal / Goyri» la consideración de que entre el Romancero de los siglos XV y XVI y el Romancero de los siglos XIX y XX hay una indiscutible relación de continuidad. Ramón Menéndez Pidal gustaba de comparar el estado en que él halló el cuerpo (o corpus) del Romancero con aquel en que, según la leyenda, vino a quedar el de nuestro erudito y nigromántico Marqués de Villena, descuartizado y hecho gigote en una redoma, y consideraba que, mediante su «Archivo», había él venido a conjurar y reconstruir en su integridad ese cuerpo (o corpus), juntando y ensamblando las descuartizadas piezas del Romancero antiguo y del Romancero que modernamente se canta y recoge en las más diversas comunidades de lengua hispánica por toda la redondez de la tierra.
En fin, el «Archivo Menéndez Pidal/Goyri» del Romancero alberga fundamentalmente los textos (versiones) de romances manuscritos o impresos en los siglos XV, XVI y XVII y los textos (o versiones) de romances editados o inéditos coleccionados en los siglos XVIII, XIX y XX, la mayor parte de ellos procedentes de la tradición oral.
Junto a las versiones de romances, el «Archivo» contiene, además, las citas o alusiones a romances presentes en obras de diverso carácter, tanto españolas como extranjeras, que muchas veces son las únicas formas de tener constancia de la difusión del romance o de versiones particulares de romances que no se imprimieron. También hay en él noticia sobre las adaptaciones de los temas romancísticos al teatro, sobre antecedentes en la épica, en la historiografía o en la novela medievales, sobre relaciones con baladas europeas de tema análogo, sobre la conexión de los relatos poéticos con hechos históricos, etc. Estas notas son el resultado de años de lectura de María Goyri o de los muy diversos intereses que durante la larga vida de Ramón Menéndez Pidal presidieron sus investigaciones.
Diego Catalán, «El archivo del Romancero, patrimonio de la humanidad. Historia documentada de un siglo de historia.» (2001)