Tres hijas de la señora de bien v2

IGR: 2988. Versión: 2. Rima: é. Hemistiquios 60.

Buenos Aires (Buenos Aires, Argentina)

A la quinta, quinta, quinta    de una señora de bien,
llega un lindo caballero    corriendo a todo correr.
Como el oro es su cabello,    como la nieve su tez,
como luceros sus ojos    y su voz como la miel.
Que Dios os guarde, señora.    Caballero, a vos también.
Dadme un vasito de agua,    que vengo muerto de sed.
Fresquita como la nieve,    caballero, os la daré,
que mis hijas la cogieron    al punto de amanecer.
¿Son hermosas vuestras hijas?    Como el sol de Dios las tres.
¿Dónde están, que no las veo?    Cada cual en su quehacer,
que así deben estar siempre    las mujercitas de bien.
Decidme: ¿Cómo se llaman?    La mayor se llama Inés,
la mediana Dorotea    y la pequeña Isabel.
Decid a todas que salgan,    que las quiero conocer.
La mediana y la pequeña    a la vista las tenéis,
que por veros han dejado    de planchar y de coser.
La mayor, coloradita    se pone cuando la ven;
está en su cuarto, que cose,    que cose y vuelta a coser.
Lindas son las dos que veo,    lindas son como un clavel,
pero debe ser más linda    la que no se deja ver.
Que Dios os guarde, señora.    Caballero, a vos también.
Ya se marcha el caballero    corriendo a todo correr.
A la quinta, quinta, quinta    de la señora de bien
llegan siete caballeros    siete semanas después.
Señora, buena señora,    somos criados del rey,
que hoy hace siete semanas    vino aquí muerto de sed.
Tres hijas como tres rosas    nos ha dicho que tenéis.
Venga, venga con nosotros    esa que se llama Inés,
esa que coloradita    se pone cuando la ven,
que en los palacios reales    va a casarse con el rey.

Bibliografía:
Recogida por Ciro Bayo, antes de 1913. (Colec.: Bayo, C.). Publicada en Bayo 1913, pp. 49-51.