IGR: 0153. Versión: 2. Rima: á-e. Hemistiquios 58.
Riaza (ay. Riaza, p.j. Sepúlveda, ant. Riaza, Segovia, España)
Se pasea doña Albora por una sala de alante
con dolores y suspiros que su cuerpo se la parte.
Se ha asomado a una ventana por ver la noche que hace,
la viera clara y serena para la ocasión bastante.
¡Válgame Dios, quién tuviera una casa en aquel valle,
y por vecina tuviera a la buena de mi madre,
pa si me llegara el parto ya tenía a quien quejarme!
La suegra lo estaba oyendo, que era el demonio más grande.
Anda vete, doña Albora, vete en casa de tu madre,
que si don Güeso viniera, yo le daré de cenare,
de la caza que trujiera partiría por mitades.
de los conejos los medios, de las perdices los pares.
Ya ha venido don Güeso, no pregunta por cenares,
pregunta por la su esposa donde solía mirarse.
Esa esposa que tú dices se ha marchado en ca su madre,
a mí me ha llamado vieja, a ti hijo de viles padres;
mira hijo, si te miento, reviente por los ijares.
¡Aprisa, aprisa, el caballo, trigo para el gavilante!
Noticias tendréis, don Güeso, que ya tienes un infante.
El infante no se críe, la madre no se levante.
La mujer lo estaba oyendo en la alcoba donde estase.
¿Quién es ese mancebito que desea tantos males.
Vuestro marido, señora, que sus viene a vesitar.
Levántate de esa cama antes más que yo me enfade.
¡Cómo me tengo de levantar mi cuerpo vertiendo sangre!
La ha agarrado de la mano, la ha pillado por delante
y los pechos del caballo todos bañados de sangre.
Confiésate, doña Albora, que allí pienso de matarte,
detrás de aquella ermita allí pienso el dejarte.
(El niño de tres días habló. Y tocaban las campanas de Lisboa en casa de un pastor.)
¿Pastorcito, pa qué tocan las campanas de Lisboa?